miércoles, 19 de marzo de 2014

Nora. Casa de muñecas, Henrik Ibsen (1879)

¿Cómo me voy a arriesgar a hacer algo que a él no le guste? Él es mi Hermer, Torvald. Y yo soy su ardillita, su estornino, su pajarito fiel. Él me hace feliz, me quiere con mis defectos.

Me considero incapaz de hacer algo que a él le enfade, con lo que me quiere. Fíjate que el otro día pude hasta ir a la confitería y comprar los regalos para los niños. Él trabaja duro, para mantener a esta familia, para que podamos vivir felizmente. Dispongo de todo el dinero que necesito, y me sobra para mis caprichos. No, no puedo hacerlo. Es más, se lo voy a decir ahora mismo. Entraré en su despacho y le contaré mis intenciones. Sí, me dirá lo que es mejor, siempre tiene razón, él sabe lo que nos conviene. Pero se va a enfadar, me volverá a llamar “golosilla” y me dejará sin mis almendras, como aquella vez… y a su alondra le costará gorjear.

María Aguado

No hay comentarios:

Publicar un comentario