¿Y los otros 364 días?
Dicen
que tengo 22 años, que me casé a los 20, y que tengo grandes cargos de
conciencia por haber tenido una aventura con él. Están equivocados. A pesar de mi
juventud, la tristeza y melancolía que
transmito son causa de otras razones…
pero, ¿quién habla de ello? ¿ese “alguien” que todos evitamos?
Mi
nombre es Anna, aunque todos me conocen por “La Dama”. Teniendo presente el
personaje al que doy vida, hagamos un ejercicio: olvidemos que Chéjov es mi
creador, olvidemos que soy rusa y que viví en el s XIX; vamos a imaginar que
estamos en la segunda década del 2000 y que en vez de Anna o “La Dama”, me
llamo “Mujer”.
Desde
principios del siglo pasado, poco a poco se ha extendido por los continentes
una celebración internacional de un día, solo un día al año, en el que supuesta
y teóricamente se reivindica nuestra “libertad de pensamiento y autonomía
personal”, se festeja el aniversario de muerte de aquellas heroínas y se planea
y planea el progreso futuro de este género.
El
cuento en el que soy protagonista cuenta lo infeliz que soy, yo he intentado encontrar
la felicidad, al igual que el resto de humanos, pero al darme cuenta de mi fracaso, abunda en
mí gran desesperanza y pesimismo. A veces, siento que tengo la clave para
mejorar, como actualmente se cree lo mismo…
sin embargo, a la hora de tomar decisiones, el miedo y la cobardía me
limita, ¿no ocurre algo parecido hoy en día?
Como
Anna, no quiero esperar a encontrarme con Gúrov para sentirme libre, como mujer,
no quiero esperar otros 364 días para que me tengan en cuenta. Mostremos ese
“algo poético, bello, ejemplar o simplemente interesante en nuestra actitud” y
no dejemos acabar así nuestra historia: “Y parecía que faltaba poco para
encontrar la solución y comenzar (…) una nueva y maravillosa vida; pero todos
comprendíamos claramente que el final estaba todavía muy lejos y que lo más
complicado y difícil no había hecho más que empezar”
Andrea Pulpillo
Andrea Pulpillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario