lunes, 17 de marzo de 2014

Elisabeth Bennet. Orgullo y Prejuicio, Jane Austen.(1813)


Mi madre caminaba de un lado al otro de la sala de estar, nerviosa y alterada.
Yo la observaba tranquila, esperando que en cualquier momento me diese un bofeton o algo similar.Pero no lo hizo. Me miró,y con voz solemne habló: 

- Espero que sepas que eres la vergüenza de esta familia,Elisabeth. Tu actitud caprichosa no ha hecho mas que deshonrarnos y traernos la mala fama.
¿Sabes acaso lo difícil que seria ahora encontrar un hombre en condiciones para tus hermanas pequeñas? Ya no eres una cría,Elisabeth. Ya es hora de que dejes de lado tus pasiones y tu orgullo, y que te centres en honrar a tu familia y asegurarte un porvenir porque no hay hombre que quiera como esposa a una mujer de veintitantos. ¿No te das cuenta?¿ Acaso no eres consciente de la mala imagen que tendrá ahora de nosotros la familia del señor Collins y su circulo de amigos ? Y todo porque tú no has querido casarte con él. Eres una irresponsable,Lizzie.

No podía creer lo que oía. Furiosa me levanté del butacón.

- ¿Sabes que ocurre madre? Que eres incapaz de entender nada que vaya más allá de los límites convencionales. No puedes abrir tu mente para comprender que tal vez tu hija no desee casarse con un hombre aburrido y mediocre por el simple hecho de no defraudar a su familia. Tal vez no quiera dedicar mi vida a criar a un puñado de niños y a contestar a mi marido mientras leo novelas románticas y sueño con ese amor idílico que pudo ser pero jamás será.
¡Sólo tengo veinte años! Me queda por vivirlo todo. ¿Y qué si la gente en el pueblo me mira y murmura con desaprobación? Prefiero vivir sin ser aceptada socialmente,que ser como esas mujeres que por las mañanas preparan guisos y postres para su marido y sus hijos y a la tarde se escabullen a la casa del frutero para pasar un buen rato. ¡Hipocritas! ¡Sois todas unas hipócritas! Rechazáis que cada uno viva la vida a su manera,pero aprobáis la hipocresía que sigue vuestras vidas. ¿Acaso crees que yo no siento vergüenza de tener una madre que prefiere la aceptación social a la felicidad de su propia hija? Eso sí debería ser juzgado. Pero es gracioso,madre,porque aquellos que tenéis la mente mas cerrada, resultáis ser los que siempre tenéis la boca abierta para criticar.

Paula Prieto

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