Aparece la protagonista. Empieza a leer un
fragmento de Los Monólogos de la Vagina. Su expresión pasa del asombro
al susto, deja el libro rápido y mira a su alrededor con timidez. Se dirige a
la supuesta entrevistadora, Eve Ensler, nerviosa.
“Nunca me habían hecho
esa pregunta antes... Que cómo llamaría a una vagina. (Risa)¿A la mía o a la
suya? (Señala.) ¿Venus? (Pausa) Sí, bueno… (Resopla) Supongo que simplemente no
se puede hablar de ello, ¿no? Quiero decir, si Venus un día está enfadada,
cállate. Y si no quiere ir de fiesta es que el sistema solar no funciona como
“debería”. Siempre igual, oye. Algo debe ser así y asá. ¿La ropa de…? (Señala
abajo) Seguramente unos pantalones, una sudadera y unas zapatillas. Todo simple
y cómodo. ¿Femenina?¡¿Y qué tendrá que ver?! Bueno… Quizá es que mi concepto de
femenina y de mujer es un poco lo que la palabra “vagina” es para aquellos que
prefieren llamarla de otra forma… Sí, quizá algunos me vean como una gran “Venus”
y se asusten y no quieran mirarme ni pronunciarme. Pero oye, ¿por qué tengo que
ser otra cosa? (Pausa) Quiero decir, ¿es que acaso tú dejarías de comerte un
tomate si por casualidad tiene una hoja amarilla?¿Es un poco menos tomate por
eso?¡No! Es un señor o señora tomate hecho y derecho. ¿O no es cierto que, por
el contrario, incluso a veces como tontos, cambiamos la tapa del boli azul y se
la ponemos negra? ¡Y hasta nos sentimos mejor!
Deberíamos poder coger la tapa de un boli negro, naranja, fucsia o
arcoíris, para nuestro Venus. ¡Sin tener que excusarnos! Estoy cansada de gente
que dice y no para de hablar sobre qué y cómo debe ser nuestro boli. ¿Quién determina qué? ”Qué poco femenina eres”¿Es que
acaso yo digo cómo debe ser tu tomate, tu “Vulcano” o su Venus mismamente? (Pausa)
Al fin y al cabo, sólo tenemos un sistema solar. ¿Es tan difícil de comprender?”
Ana Benito
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