Miro a mi alrededor y veo
una historia en la que mando yo, una historia de la que soy protagonista, esta
es mi venganza. No dejo de preguntarme a cuántas mujeres se les prohíbe, solo
por el hecho de ser mujeres, tener su propia historia, poder vivir como mujeres
libres en una sociedad que parece que no escucha los gritos de libertad de
millones de ellas que están a la sombra, que no tienen la posibilidad de vivir
una venganza, de luchar, de reír, de tener una vida.
En mi mundo, el de la
literatura, sigue habiendo machismo. El machismo al que me refiero es el que
veo cuando millones de estudiantes solo memorizan nombres de escritores
masculinos, o cuando personajes de grandes obras literarias son castigadas
siendo mencionadas una vez o siendo acusadas de ser las causantes de los problemas
(Ahí tenemos a Eva). Nadie sabe por qué Bramimonda en El Cantar de Roldán es
casi inexistente, o por qué Emma Bovary no se atreve a dejar a su marido cuando
éste es la persona que más infeliz le hace…
Me resulta difícil comprender
por qué, si lo mas importante de esta sociedad (o por lo menos el primer paso a
la cultura) es la educación, no intentamos empezar eliminando el machismo en
las aulas, creando unas generaciones que opten por la igualdad; esa igualdad
justa y lógica que no entiendo por qué no existe ya, esa igualdad por la que
hay que seguir gritando y luchando.
Una mujer llamada Florence
Thomas dijo “Creo que un día existirá en el mundo entero un lugar para las
mujeres, para sus palabras, sus voces, sus reivindicaciones, sus
desequilibrios, sus desórdenes. Un día, no muy lejano, espero, dejaremos de
atraer e inquietar a los hombres; dejaremos de escindirnos en madres o putas,
en Marías o Evas, imágenes que alimentaron durante siglos los imaginarios
patriarcales; habremos aprendido a realizar alianzas entre lo que representa
María y lo que significa Eva. Habremos aprendido a ser mujeres, simplemente
mujeres.”
Cuando el mundo empiece a
girar en el sentido de la igualdad, de la libertad, no habremos podido gritar ni
más alto, ni más claro.
Cristina Pascual
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