Todo empezó a los 15 años. Como la mayoría de las
mujeres afganas, a esta temprana edad me vi obligada a casarme, o fui vendida a
un hombre mucho mayor que yo que desde el primer momento me vetó de palabra y
dignidad. Violaciones, palizas, abortos forzados en terribles condiciones… Somos muchas las mujeres que desde la
oscuridad y la clandestinidad luchamos a diario por el bien de nuestros hijos,
buscando asegurarles un futuro digno. Los casos de violencia, tanto física como
psicológica se multiplican día a día en las calles de esta ciudad y de todo el
mundo mientras que, las mujeres, seguimos luchando por la igualdad que desde
hace tanto ansiamos. Defender nuestros derechos supone hoy en día un riesgo de
muerte en esta cultura donde el más ignorante es precisamente el que más poder
tiene. Esperaré por lo tanto, y no sin luchar, el día en que vea un Afganistán
libre de prejuicios, donde mujeres y hombres convivamos en igualdad y no se vea
el mínimo ápice de desprecio hacia nadie. Hasta entonces queda un largo camino
que debemos recorrer todos juntos…
Jaime
Torrego
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